La frontera no engaña y no engaña aquel que se empeña en que no se cruce al otro lado, pues no siempre se quedarán para siempre.
Recorre sobre su cabeza el frío de diciembre y dibujando círculos en una noche anaranjada devuelve el equilibrio a un mundo empapado en poesía. Inventa países mientras mira aburrida por un diminuto ventanal y transforma un triste día lluvioso en un cálido y divertido sueño de en el que los miedos y temores se convierten en paisajes.
Pasan los día para las alas de una tímida aviadora y mientras descansa su juguetones pies en el agua de un charco, ve cada vez más y más claro su porvenir, como si el despejado horizonte le dejase observar el final de un viejo poema, una vieja leyenda que está oculta bajo los polvorientos legajos, allá en la más recóndita de las bibliotecas: sus recuerdos.
Sonrisas que se pierden en el fondo de un océano con olor a madrugada. Ya no quiere vivir en ninguna otra ciudad y el dolor se desvanece mientras contempla el mundo desde la cornisa más alta del mundo. Lo ha comprendido: nadie podrá borrar ya las huellas circulares en la verde estampa que cae bajo sus pies. Piensa en el por qué de su viaje, un largo, cansado y precioso viaje. Su mirada de plata abriga los tristes ojos de sus compañeros de mentiras. Piensa que, llegará el momento en el que ya no tenga que volver a nacer, lanzará sus ilusiones al firmamento multicolor y navegará sin control al final de los días.
-David Pazos-
Esperamos que os alla gustado la entrada y de nuevo le agradecemos la colaboracion :)
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